¿Cómo líder o dueño de la compañía, sabes con certeza o en valor cuánto vale tu empresa?
¿Quizás te sientas orgulloso de la logrado o quizás te sirva para saber que falta para alcanzar eso que te va hacer sentir realizado?
Conocer el valor de tu empresa no solo sirve para reflexionar sobre lo realizado, mirar el pasado, sino poner una mirada sobre el posicionamiento actual y, a partir de allí mirar al futuro.
Todo líder de negocio sabe que su legado esta atado al pasado que conforma lo alcanzado y su futuro que inspira su evolución.
De esta manera construir esa trayectoria nos llevará a saber dónde estuvimos y donde estamos, para que así podamos trazar ese plan de a donde queremos llegar.
Cualquier persona que dirija una compañía tiene como reto, primero, hacer un análisis que parte de una visión realista de la historia de la empresa, sus capacidades y limitaciones, para luego, proponer un propósito sobre el cual trazar el camino a seguir.
A partir de esto podemos considerar el proceso de valuación en tres aspectos, el análisis histórico, el contexto y la proyección a futuro.
Performance Histórica
Una primera fase radica en recabar la información histórica del negocio, esta servirá como lineamiento de base de la operación en que se ubicaba y ubica la empresa, y dará una pauta de la evolución que ha tenido, arrojando así la posición competitiva en que se encuentra al momento de la valuación.
Para hacer un análisis del valor agregado del negocio, es necesario identificar las variables críticas del negocio, controlables y no controlables, las que serán la base para entender las dispersiones de valor que pueda tener el negocio al hacer las proyecciones futuras.
Hasta aquí los puntos operativos o económicos, de manera que tenemos luego que identificar la salud financiera, es decir, conocer cuál es la posición pasiva alcanzada que tiene tanto en términos de stock como de flujo.
Contexto
En este mundo BANI – por sus siglas en inglés, frágil, incierto, no lineal e incomprensible – el que se refiere al mundo en el que las empresas tendrán que sobrevivir, es necesario, a partir del paso anterior, marcar las variables que modifican la situación del negocio.
Para ello es aconsejable trabajar bajo escenarios de actuación o simulación. De esta manera se estará intentando comprender, en un entorno de variables que no se controlan, las variaciones de valor que el negocio puede tener y cuáles son los riesgos a los que se está expuesto.
De esta manera, y luego de definir estos escenarios, llegaremos a obtener la dispersión de valor del negocio. Este rango surgirá a partir del impacto que cada escenario tenga sobre el resultado que arroje la variabilización de sus variables referenciales.
Proyecciones Futuras
A partir de la evaluación de la posición competitiva de la empresa y de las definiciones de los escenarios de contexto a operar, será necesario realizar las proyecciones del negocio.
Esta mirada futura servirá para alinear los objetivos del negocio, pretendiendo de esta manera alcanzar no solo el propósito trazado, sino también el plan de acción a llevar adelante, entendiendo, por esto, la alocación de recursos en lo que queremos hacer y lo que dejamos de lado, decisiones que se toman a lo largo del proceso.
De este se deprenderá el desarrollo de mercado que se pretenda alcanzar, así como el de los proveedores que abastezcan al negocio y, en definitiva, la competitividad que queremos lograr.
El impulso, acompañamiento y crecimiento de las personas será crítico en esta planificación, ya que serán ellos, los que, con compromiso y colaboración, dedicarán los esfuerzos necesarios para cumplir las metas propuestas.
A su vez, los procesos deberán estar definidos y ser claros y alineados con la ecuación de servicio que se pretende dar al mercado.
De esta manera, la evolución del negocio se dará de a retos, pequeños pasos, uno atrás del otro, en dinámica, donde los líderes serán los que, con pericia y coraje, guiarán a que la compañía evolucione hacia ese futuro siguiendo el propósito definido.